Desde hace mucho tiempo se conoce una receta a base de ajo y leche.
A pesar de que Avicena, llamado el gran sanador de la antigüedad, valoraba el ajo, considerándolo un remedio sin igual para muchas dolencias, lo más probable es que la receta de la leche de ajo no fuera inventada por él. Algunos investigadores creen que procede del antiguo Egipto.
Al estudiar las propiedades útiles del ajo, descubrieron que esta planta se menciona en los tratados antiguos con más frecuencia que otras. Y el ajo y la leche se han utilizado desde tiempos inmemoriales.
La receta es ingenua, no requiere ninguna preparación especial ni una cantidad significativa de ingredientes. Vierta 1 taza de leche en un recipiente pequeño y póngalo al fuego. Mientras la leche hierve, machacar 3 dientes de ajo de tamaño mediano previamente preparados.
Cuando la leche hierva, hay que poner los ajos en la olla, bajar el fuego y sudar la mezcla durante 10 minutos. A continuación, retírelo de la olla, cubra el recipiente con una toalla caliente y deje que la composición insista durante dos horas. Beber ajo con leche puede ser un vaso, no más de una vez a la semana.